NECRÓPARIS es una road movie en un fascinante París nocturno que se vacía para el horror. Un misterioso hotel que cambia de lugar. Mendigos que devoran a las clases altas. Las temibles zonas de neón rojo. Mapas imposibles. Estudiantes en plena revuelta. Maniquíes vivientes. Novias que envejecen por momentos. Obreros asesinos entregados a una nueva revolución…
Fernando Cámara, cineasta hasta la médula, en su primera novela quería trasladarnos una historia reflexiva e íntima, angustiosa pero sobre todo neurótica, disparada sin ningún tipo de miramiento desde su intelecto a la página. Tal y como lo hubiera reflejado en la gran pantalla, quería verlo impreso en el papel. De ahí que termináramos transformando la maqueta en algo parecido a un guion cinematográfico, porque de este modo, NECRÓPARIS se convertía automáticamente en una experiencia tan visual como mental, y ayudaba al lector a saltar a través de los párrafos del mismo modo histérico que los pensamientos de su protagonista.